Máximo Fernández y las Ruinas de Montelén
Máximo Fernández es un pequeño pueblo rural del partido de Bragado, provincia de Buenos Aires, Argentina. Se ubica a 20 kilómetros de Bragado por camino de tierra, hoy tiene la Escuela Nº 2 y, además cuenta con una delegación municipal.
Su nombre homenajea a Don Máximo Fernández, que instaló en el lugar la Estancia «La Matilde» y donó parte de sus tierras al «Ferrocarril Oeste de Buenos Aires» para que en 1893 se inaugurara la Estación Juan F. Salaberry. En la actualidad dicha estación se encuentra en ruinas y sin servicio de pasajeros.
Ubicación
Imágenes
A continuación, imágenes de nuestro recorrido por Máximo Fernández (JUNIO 2022).













Estación Máximo Fernández
La estación de Máximo Fernández corresponde al Ferrocarril Domingo Faustino Sarmiento de la red ferroviaria argentina y se encuentra a 232 kilómetros al oeste de la estación Once. Trenes Argentinos Operadora Ferroviaria presta servicio de pasajeros una vez por semana entre Bragado, Realicó y General Pico, teniendo parada en esta estación sólo en forma facultativa, es decir, el tren sólo para si hay algún pasajero que desea subir o bajar. La estación se encuentra en ruinas, no siendo jurisdicción de la empresa de transporte. Se ubica entre las estaciones de La Limpia y San Emilio.






Las «Ruinas de Montelén»: cabe remarcar que para acceder al lugar se hace los fines de semana y se debe abonar un «arancel» tanto los adultos como….los niños……










Breve Historia
Máximo Fernández compró al Fisco seis leguas cuadradas de campo en dos mil pesos oro. Allí construyó la Estancia “La Matilde”, uno de los mejores establecimientos agrícola-ganaderos del Oeste de la Provincia de Buenos Aires. En septiembre de 1893 el Ferrocarril del Oeste inaugura la estación. Por esta época se comienza la producción tambera, cremería y criadero de cerdos, contribuyendo así al desarrollo económico del pueblo formado a su alrededor. La Estancia es comprada por los Salaberry – Bercetche, quienes la venden en 1942 a Don Francisco Suárez Zabala (el inventor del conocido producto medicinal “Geniol”). A partir de ese momento la propiedad empezó a llamarse “Montelén”. Tuvo éxito en su inicio con la instalación del vivero más importante del país, pero al fallecer su dueño la situación económica decae y la estancia se reduce.
En la década del 70 un tornado hizo desastres en la capilla del Sagrado Corazón y en la escuela dejando sus ruinas en un espeso monte. Había un hotel que también quedo destruido y abandonado.
Estancia MONTELEN *(3)
Para entender la misteriosa historia de Montelén hay que remontarse siglo y medio hacia el pasado. En la década del 70 del siglo XIX “un joven empleado del Juzgado de Paz de Cañuelas contrae matrimonio con la hija de un acaudalado estanciero, quien les regala, como presente de boda, una pequeña chacra”, según cuenta el historiador Fernando Soto Roland. Este joven, llamado Máximo Fernández, compró en 1872 seis leguas cuadradas para agrandar su propiedad. La bautizó con el nombre de su esposa, Matilde Sevey: “La Matilde”.
Más tarde adquirió unas leguas cuadradas más y la estancia llegó a tener 25 mil hectáreas. Había árboles frutales, terrenos arados, miles de cabezas de ganado vacuno, caballos y potreros. Los negocios le fueron muy bien a Fernández. Tanto, que diez años después arrendó el campo y se fue con toda su familia a vivir a Europa. Anduvieron por Barcelona, París, Bruselas y Berna hasta 1889, cuando volvieron con vacas suizas y muchas ideas. Entonces pusieron una fábrica de quesos y una cremería. Cuatro años después, Máximo Fernández donó parte de las tierras para construir la estación del Ferrocarril del Oeste que lleva su nombre. Luego hizo construir una mansión en la estancia.
Pero la crisis de 1890 hizo estragos en el establecimiento. Máximo vendió todo en 1904 y fue a dar con sus huesos a Barcelona, donde fallecería en 1916.
Jardines y leones
El comprador había sido Juan Francisco Salaberry, y acá empieza la segunda parte del relato. La señora de Salaberry, curiosamente, también se llamaba Matilde. Así que la estancia continuó con su nombre original.
Diego Zigiotto cuenta en “Buenos Aires Misteriosa” que “el casco principal fue embellecido, se agregaron habitaciones y también se modificó el entorno. Para diseñar sus jardines se contrató al renombrado paisajista francés Carlos Thays. Entre las obras, se destacaron un lago artificial y un lugar destinado a albergar a animales exóticos”. Parece que a Salaberry no le temblaba la mano al gastar, y compró para su estancia un oso polar, una pareja de leones y otras fieras. Para que el pobre animal del Ártico pudiera vivir cómodamente había una fábrica de hielo funcionando las 24 horas.
Se cuenta que las rejas que separaban a los animales de las personas eran las de la quinta de la familia Lezica, ahora Parque Rivadavia, en el barrio porteño de Caballito. En 1914 se inauguró dentro del predio de la estancia la capilla, construida en estilo neogótico y puesta bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús, además de una escuela.
Hacia 1928 la estancia contaba con 250 trabajadores. En ese momento, Salaberry decidió lotear algunas hectáreas para dar origen al pueblo, inmortalizando su nombre. Se instalaron algunos comercios y la población, en pocos años, llegó a casi 1.300 personas.
Los negocios en La Matilde continuaron viento en popa hasta entrada la década del 30. En 1942, ya en franca decadencia, pasó a manos de otro nuevo rico, que la levantó y le volvió a dar un momento de esplendor. Nada menos que Francisco Martín Suárez Zabala, el inventor del Geniol.
Nuevo nombre, lujos y tornado
Lo primero que hizo Suárez Zabala fue cambiarle el nombre: de La Matilde pasó a Montelén, contracción de los vocablos “monte” y “leña”. Luego instaló uno de los viveros más importantes del país, levantó colmenas y comenzó a exportar miel a Alemania, importó vacas de Canadá para mejorar la raza Holando Argentino y, sobre todo, continuó con la importante producción láctea.
Pero fueron pasando los años y las actividades en la estancia y el pueblo comenzaron a declinar. El 5 de enero de 1974 un tornado se abatió sobre Salaberry y fue la estocada final. Causó graves destrozos en la capilla, la escuela y varias casas. El paraje no pudo recuperarse y los pocos pobladores que quedaban decidieron emigrar.
La iglesia perdió el techo y parte de sus paredes, los vitraux quedaron hechos añicos y se arruinaron los bancos y las imágenes religiosas. Al poco tiempo, ante la falta de dinero para emprender las obras de reconstrucción, fue quedando abandonada, casi como el resto del pueblo.
De aquellos 1.300 habitantes que tenía Salaberry en la década del 30 hoy quedan menos de una decena.
El horror y las ruinas
En La Matilde, hacia 1910, sucedió un hecho espantoso. Se cuenta que el encargado de cuidar la pareja de leones tenía una hija, o una nieta, que siempre lo acompañaba a su trabajo. Un día el hombre se distrajo, la niña asomó su cabecita por entre las rejas y la leona de un solo zarpazo la decapitó. Tras inhumar el cuerpo en inmediaciones de la capilla, los Salaberry sacrificaron a la leona y enviaron a los demás animales al Zoológico de Buenos Aires.
Si ya conociste Máximo Fernández, no te vayas sin dejar tu comentario al final del post.
Fuentes:
- https://www.bragado.gov.ar/maximo-fernandez/
- https://www.alvearya.com.ar/historias-el-misterioso-pueblo-maximo-fernandez/
- 3 https://lavozdelpueblo.com.ar/web/noticia/101982-Enigma-y-tragedia-de-Montelén,-la-estancia-de-los-fantasmas
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